Mama me dijo que habría días como éste, pero no me dijo que habría tantos.
(Alguien A. Dicho)./ Mom said there would be days like this but she didn't say there would be so many.
(Said S. Omeone)
WAYS OF SURVIVING A FLU (INTESTINAL OR NOT)/ MANERAS DE SOBREVIVIR UNA GRIPE (INTESTINAL O NO)
Leer en español Read in English
Una gripe intestinal es el método natural perfecto de adelgazamiento. Es extraño que no lo vendan
en las herboristerías en forma de spray, por ejemplo.
Me siento tan mal que aunque tengo el frigo a sólo un metro de distancia soy incapaz de llegar hasta él desde el sofá. Encima la idea de comer me revuelve el estomago. Si, milagrosamente, me apeteciera algún capricho, pensar en que tendré aun más dolor, más vómitos y más diarrea hace que desista. Así que me limito a beber sin abusar. Y como soy una enferma responsable e informada procuro que esos líquidos me aporten las sales minerales que, al parecer, estoy perdiendo.
Me pregunto como es posible que si lo poco que he comido (y bebido) en los últimos tres días lo he vomitado, aun tenga diarrea y note el estomago tan lleno como si acabara de arrasar con un bufé libre.
Ni me planteo trabajar con el ordenador. Decido pintar. Desisto. Me quiero tumbar. Aunque el piso es de apenas 50 m2 me parece que mi cama esta demasiado lejos del salón. Además pensar en acostarme me deprime porque recuerdo la mala noche que he pasado. Me derrumbo en el sofá. Una parte esta ocupada por libros. Me siento incapaz de quitarlos. Apoyo un cojín encima de ellos y cierro los ojos. Solo morirme puede ayudarme a sobrevivir a esto. La tele la quiero encendida. Cualquier serie en inglés me sirve. Lo ultimo que necesito es escuchar mi cerebro. Tengo tan pocas fuerzas mentales y emocionales que me son indiferentes todos los problemas que normalmente me agobian.
A pesar de que me permito bajar mi ritmo de trabajo porque mi jefe -que soy yo- entiende perfectamente como me siento, hay responsabilidades que tengo que cumplir sí o sí. Una de ellas es que justo hoy a las 8:30 p. m. hay una junta de propietarios donde vive mi familia. Cuando llego al portal ya han empezado. Son siempre puntuales. Al cabo de cinco minutos me disculpo porque me encuentro mal. Subo a casa de mi familia. Voy al baño. Vuelvo a la reunión. Me siento en las escaleras. ¡Qué frías! ¿Por qué, si no están enfadados, gritan tanto? ¿Y por qué repiten todo varias veces? Las 9:20 p. m. concluye la reunión. Se esperará a que el ayuntamiento avise de la inspección ITE o algo así.
A las 10:30 p. m. he terminado el resto de mis deberes cotidianos y estoy de vuelta en casa. He conseguido quitar los libros del sofá y dejarlos en el suelo. Me tumbo. La tele encendida, claro. ¿Qué puedo dejar como ruido de fondo? Click. Sálvame Deluxe no. Gritan mucho y van de mal rollo. Click. Click. Click. Mira, una peli en la que secuestran a Robert Redford. Como sé que me quedaré adormilada, me sirve. Me despierto a tiempo de ver el final. Lo matan. Era de esperar. Click. Click. CSI. Son episodios repetidos. Me vuelvo a adormilar. Me despierto en el siguiente episodio.
Vale, no lo puedo retrasar más, me voy a la cama. Me bebo la tercera o cuarta gaseosa de sobre de la noche acompañada de un rico paracetamol que me quitará en parte el dolor pero no me solucionará en absoluto el resto de las molestias: punzadas en las extremidades, sudor, frio y fiebre en fascinante alternancia. Y, sin embargo, estoy mejor que la noche anterior.
Camino por el pasillo como una sonámbula mientras me oigo decir, no sé por qué, “OK, OK, OK,...” Tal vez sea para darme ánimos: “Tú puedes, tú puedes, tú puedes,...”
Por la mañana, y una vez más cumplidas mis responsabilidades, me dirijo a casa. Veo gente de manga corta. Yo llevo puestos un jersey, una cazadora y botas, y no me sobra nada. Mi pelo y cara parecen los de una muñeca abandonada hace años en un trastero.
Andar me agota tanto que voy jadeante como un perrillo de vuelta de su paseo al sol. Cruzo una calle. Se acerca un coche peligrosamente pero soy incapaz de acelerar el paso. Con mi mente le mando un mensaje al conductor: “Por favor, acierta y acaba con mi miseria”. No hay suerte, el coche pasa sólo rozándome.
Tras la escalada de cuatro pisos hasta mi casa, abro la puerta y me da la bienvenida una fuerte olor a cerrado. Tengo que ventilar esto, pero tendrá que ser luego. Ahora me voy al baño a vomitar.
Ahora es vuestro turno. Como dice el titulo de esta entrada vamos a compartir las maneras que tenemos de sobrevivir a cualquier tipo de gripe: trucos, manías, síntomas, curiosidades,... Cuantos más comentarios mejor para coger ideas para la próxima vez que pasemos por esto y para sentir que no estamos solos en nuestras pequeñas miserias ya que muchos otros pasan por lo mismo y hacen tantas tonterías como nosotros. Un saludo y hasta la siguiente entrada.
Me siento tan mal que aunque tengo el frigo a sólo un metro de distancia soy incapaz de llegar hasta él desde el sofá. Encima la idea de comer me revuelve el estomago. Si, milagrosamente, me apeteciera algún capricho, pensar en que tendré aun más dolor, más vómitos y más diarrea hace que desista. Así que me limito a beber sin abusar. Y como soy una enferma responsable e informada procuro que esos líquidos me aporten las sales minerales que, al parecer, estoy perdiendo.
Me pregunto como es posible que si lo poco que he comido (y bebido) en los últimos tres días lo he vomitado, aun tenga diarrea y note el estomago tan lleno como si acabara de arrasar con un bufé libre.
Ni me planteo trabajar con el ordenador. Decido pintar. Desisto. Me quiero tumbar. Aunque el piso es de apenas 50 m2 me parece que mi cama esta demasiado lejos del salón. Además pensar en acostarme me deprime porque recuerdo la mala noche que he pasado. Me derrumbo en el sofá. Una parte esta ocupada por libros. Me siento incapaz de quitarlos. Apoyo un cojín encima de ellos y cierro los ojos. Solo morirme puede ayudarme a sobrevivir a esto. La tele la quiero encendida. Cualquier serie en inglés me sirve. Lo ultimo que necesito es escuchar mi cerebro. Tengo tan pocas fuerzas mentales y emocionales que me son indiferentes todos los problemas que normalmente me agobian.
A pesar de que me permito bajar mi ritmo de trabajo porque mi jefe -que soy yo- entiende perfectamente como me siento, hay responsabilidades que tengo que cumplir sí o sí. Una de ellas es que justo hoy a las 8:30 p. m. hay una junta de propietarios donde vive mi familia. Cuando llego al portal ya han empezado. Son siempre puntuales. Al cabo de cinco minutos me disculpo porque me encuentro mal. Subo a casa de mi familia. Voy al baño. Vuelvo a la reunión. Me siento en las escaleras. ¡Qué frías! ¿Por qué, si no están enfadados, gritan tanto? ¿Y por qué repiten todo varias veces? Las 9:20 p. m. concluye la reunión. Se esperará a que el ayuntamiento avise de la inspección ITE o algo así.
A las 10:30 p. m. he terminado el resto de mis deberes cotidianos y estoy de vuelta en casa. He conseguido quitar los libros del sofá y dejarlos en el suelo. Me tumbo. La tele encendida, claro. ¿Qué puedo dejar como ruido de fondo? Click. Sálvame Deluxe no. Gritan mucho y van de mal rollo. Click. Click. Click. Mira, una peli en la que secuestran a Robert Redford. Como sé que me quedaré adormilada, me sirve. Me despierto a tiempo de ver el final. Lo matan. Era de esperar. Click. Click. CSI. Son episodios repetidos. Me vuelvo a adormilar. Me despierto en el siguiente episodio.
Vale, no lo puedo retrasar más, me voy a la cama. Me bebo la tercera o cuarta gaseosa de sobre de la noche acompañada de un rico paracetamol que me quitará en parte el dolor pero no me solucionará en absoluto el resto de las molestias: punzadas en las extremidades, sudor, frio y fiebre en fascinante alternancia. Y, sin embargo, estoy mejor que la noche anterior.
Camino por el pasillo como una sonámbula mientras me oigo decir, no sé por qué, “OK, OK, OK,...” Tal vez sea para darme ánimos: “Tú puedes, tú puedes, tú puedes,...”
Por la mañana, y una vez más cumplidas mis responsabilidades, me dirijo a casa. Veo gente de manga corta. Yo llevo puestos un jersey, una cazadora y botas, y no me sobra nada. Mi pelo y cara parecen los de una muñeca abandonada hace años en un trastero.
Andar me agota tanto que voy jadeante como un perrillo de vuelta de su paseo al sol. Cruzo una calle. Se acerca un coche peligrosamente pero soy incapaz de acelerar el paso. Con mi mente le mando un mensaje al conductor: “Por favor, acierta y acaba con mi miseria”. No hay suerte, el coche pasa sólo rozándome.
Tras la escalada de cuatro pisos hasta mi casa, abro la puerta y me da la bienvenida una fuerte olor a cerrado. Tengo que ventilar esto, pero tendrá que ser luego. Ahora me voy al baño a vomitar.
Ahora es vuestro turno. Como dice el titulo de esta entrada vamos a compartir las maneras que tenemos de sobrevivir a cualquier tipo de gripe: trucos, manías, síntomas, curiosidades,... Cuantos más comentarios mejor para coger ideas para la próxima vez que pasemos por esto y para sentir que no estamos solos en nuestras pequeñas miserias ya que muchos otros pasan por lo mismo y hacen tantas tonterías como nosotros. Un saludo y hasta la siguiente entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario