banner

                                                           

martes, 28 de febrero de 2017

SAN VALENTÍN: ESTO SE ACABÓ

Desamor-fin-dolor-


Cuando estás enamorado son los dos días y medio más gloriosos de tu vida. (Alguien A. Dicho)/ When you are in love, it is the most glorious two and a half days of your life. (Said S. Omeone)

SAINT VALENTINE: THIS IS OVER/ SAN VALENTÍN: ESTO SE ACABÓ




                                                                                            Leer en español      Read in English


 Se acaba febrero —recordad, mes de la amistad y del amor— y se acaba la serie de posts dedicados a esos sentimientos. ¡Qué pena! ¿Verdad? Justo lo que pensamos cuando una relación acaba o no llega siquiera a empezar. ¡Mentira! Dependiendo de si somos observadores imparciales o no, o quien decide cortar la relación o quien se acaba de enterar de que su amor (ya) no es correspondido, las emociones pueden ser de alegría, alivio, indiferencia, dolor, desesperación...

 Sí, las rupturas suelen ser complicadas tanto que a veces nadie ni siquiera el que rompe entiende muy bien como se llegó a ese punto. A continuación, unos ejemplos.

 No sé bien como me he acabado encontrando con una “historia” contigo. Te había explicado muy bien mi situación y pensaba que lo habías entendido.
 Yo me había hecho una imagen demasiado grande de ti (idealizada) y después he comprendido que me había equivocado. Pero la relación ya había comenzado y era difícil de parar. Tú me preguntabas qué me pasaba.
 Me decías: “Estás conmigo. No pienses en el pasado”.
 Pero los fantasmas del pasado me perseguían y las imágenes acudían a mi espíritu como un batallón de soldados rebeldes. Y aunque el pasado fuera el pasado yo hacía comparaciones aunque no quisiera.
 Y yo pensaba en como me sentía con el otro y como me sentía contigo. Creo que con él sin duda había perdido la cabeza. Era un sentimiento muy fuerte, algo muy exagerado que incluso ahora no puedo comprender. Era cómo si estuviera dentro de mí, en mi alma y no sé como ha podido dejar una marca tan fuerte en mí. Espero que el tiempo la quite.
 Contigo era diferente porque tal vez yo también era diferente un año después. No sé muy bien lo que sentía por ti. Al principio te admiraba mucho porque pensaba que eras un profesor fabuloso, casi un genio (siempre exagero), después sentía simpatía y era entretenido estar contigo y escuchar música, hablar, comentar libros, etc. Comenzamos una relación y después todo se volvió como vacío y rutinario, ya no hablábamos mucho. Me decías siempre las mismas frases y yo te decía siempre las mismas frases. Hacíamos siempre las mismas cosas y el proceso de conocernos terminó. Tú no me preguntabas cosas sobre mí y yo no me sentía cómoda contándote cosas sobre mí porque tú me habías dicho que era mejor conocerse gradualmente; contar cosas sobre uno mismo te parecía una banalidad, una obviedad, así que no me sentía cómoda contigo. Así nos convertimos en dos extraños en una relación, pero que no se conocían en profundidad y es por eso por lo que yo no te siento como una parte de mi alma ahora, sino solamente como un amigo un poco “original” con el que he pasado días bonitos.
 Te he escrito esta carta porque no quiero que esperes y esperes porque tengo claro que no quiero continuar una relación contigo por carta y yo no quiero que vengas aquí porque ya te he explicado todos mis problemas y también porque ya no quiero en mi vida tener una relación con alguien en la distancia y también porque no te amo.
 Y en cuanto al hecho de que no he llegado a conocerte mejor y no he comprendido nada de ti, he reflexionado y reflexionado pero no sé que tendría que haber hecho para conocerte mejor, para comprenderte; de verdad que no sé cómo debería haberme comportado contigo. Creo que he hecho todo lo que podía, te escuchaba con atención cuando me hablabas, era abierta, no sé de verdad que debería haber hecho para llegar a comprenderte. Cuando me has dicho esa frase me he molestado un poco y después he pensado que si yo no llegue a conocerte era también porque tú no te habías implicado lo suficiente como para darme la posibilidad de conocerte mejor y comprenderte. Para comprenderse hacen falta dos. Pero ahora ya no sé qué pensar.
 No te doy mi dirección porque no quiero que vengas aquí a encontrarte conmigo.
 Te deseo de verdad buena suerte en tu vida y espero que puedas hacer realidad todos tus proyectos y encontrar la tranquilidad que buscas (y la salud).
 Te pido perdón si por causa de mi comportamiento te he molestado.
 No quería causarte ningún daño.





 La carta que viene a continuación es una historia que acabó antes de empezar. La incluyo porque la autora adivinó su futuro. Como veremos en las dos cartas siguientes, efectivamente, tiempo después le llegó el turno a ella de sufrir por amor. En ellas, y gracias a la “inapreciable ayuda” de sus amigos en la distancia, se encuentra en medio de concurrido camino por donde pasean todos los sentimientos que caracterizan una ruptura.

 Luego, otra cosa, y a ver si esta vez te lo digo claro: te quiero mucho, pero como amigo, y nunca, nunca hasta ahora me he planteado tener nada contigo, y me parece que ya te lo he dicho en alguna que otra ocasión. Cuando te digo que te quiero no es ni más ni menos que eso, como amigos. Un amigo muy, muy especial, el mejor, pero amigo. Puede que mi forma de decir las cosas no sea la mejor o la más adecuada, y sé que luego me llegará a mí el turno de sufrir, pero solo así es como puedo ser lo más sincera posible, y quiero conservar tu amistad así que creo que debía escribirte así de sincera. Por favor, no te empeñes en ir de víctima.





 Algo que me ha quedado claro en el tiempo que llevo aquí: me enamoré perdidamente de él, sigo enamoradísima de él, y creo que lo voy a estar toda mi vida. La única diferencia con antes y ahora es que ahora puedo aceptar que él no es para mí, y nunca lo será, ni lo ha sido, pero eso no quita que yo no pueda sentir lo que siento, eso esta en mi corazón, y no puedo decirle que no le quiero ¿sabes? Yo simplemente hago mi vida, y quiero que los demás hagan la suya, y si para él la vida que quiere es la que lleva, y es feliz, yo estaré feliz. ¿Sabes? El refrán dice: “El que ama deja marchar.” Pues bien, creo que simplemente ahora lo entiendo a la perfección.
 Bueno, después de esta parrafada cambiemos de tema.




 Bueno, la verdad que no sé si odiarte o quererte por la carta, que sepas que te quiero, que sé que eres un buen amigo, pero en estos momentos lo que siento en mi cuerpo es tanta rabia que no sé si voy a ser justa o no.
 Lo primero, mira yo me rio de las estupideces que te ha dicho él. ¿De verdad crees que me puedo tragar todo lo que me has dicho? A ver, me lo creo, lo no me creo que él te lo dijera tan suave como tú me lo has dicho a mí. ¿Qué te dijo que pasaba de mí? Pues que pase porque yo le odio ¿sabes? ¿Qué te dijo que quiere ser mi amigo? ¡Ja! Mira, si no quería hacerme daño, la verdad que no lo intentó mucho, ¿y tú me dices que yo también he tenido la culpa?.
 Mira, si de algo estoy segura en esta vida es de esto: yo no he tenido la culpa de nada o qué pasa ¿qué no me puedo enamorar?.
 Luego otra amiga me dice en su carta que yo no puedo obligar a nadie a quererme. Mira, yo no le he obligado a nada, así que encima no te diga que yo se lo ponía a huevo porque dos no se lían si uno no quiere.
  Además, otra cosa, uno de los fines de semana que quedamos él me dijo que había algo, que eso él no lo podía negar. Si tan mal se sentía ¿por qué no aprovechó entonces para dejármelo todo claro?.
  De verdad, si quiere escribirme que lo haga y yo cuando me calme le contestaré. Eso sí, que sea claro y sincero, y no se ande por las nubes. ¿Quiere ser mi amigo? De acuerdo, pero nada de idioteces, ni mentiras. Mira, estoy un poco harta de comerme la cabeza por personas a las que yo no importo nada, y estoy harta de tenerme pena. Ha llegado un momento en mi vida en el que realmente no sé si vale la pena luchar por algo o mandarlo todo a paseo. Sinceramente, en todo tiene que ver él, nunca me había sentido así por nadie, yo no digo ni mucho menos que él tenga la culpa de nada porque no la tiene, lo que tampoco voy a aguantar es que nadie me eche a mí la culpa de lo que ha pasado, ni tú ni él. Mira, que se fastidie, hasta que no sea él el que me escriba y me lo diga todo claro, para mí él no tiene ningún valor, ni como persona, ni como nada ¿entiendes? No sé, quizá me he pasado, no lo sé, pero realmente es como hoy me siento. Bueno, no sé que más decirte acerca de esto, así que cambio de tema. 





 Y dejo para el final una joya. Resume la evolución de una relación en una frase o, mejor dicho, en la transformación de una frase. Es una pequeña pintada en una pared. Su autor o autora en la fase de enamoramiento escribió: “ Mientras esté contigo no me hace falta nada.” Al parecer la relación fracasó y tiempo después, gracias al arcaico método del rotulador, y con un “tacho-añado”, convirtió esa sencilla declaración de amor en una frase de despecho: “Mientras esté contigo me hace falta todo.” Os reto a contar con más perfección y menos palabras que ese ejemplo una historia que vaya del amor al desamor. 











No hay comentarios:

Publicar un comentario